En un claro bañado por la luz del sol, nos reunimos para un yoga brunch: un momento para el cuerpo, la mente y las conexiones significativas. La práctica fue guiada por Taissia, quien acompañó con suavidad a cada participante, ayudando con las posturas y adaptando las asanas al nivel de cada persona — desde principiantes hasta yoguis experimentados.

Los sonidos profundos de los cuencos tibetanos envolvieron el espacio, disolviendo el estrés en el aire cálido. Al terminar la práctica, nos esperaba un brunch preparado con mimo: copas de cava frío, frutas de temporada, dulces saludables y detalles decorativos que irradiaban armonía — limones, peras, eucaliptos, cojines y mantas.

Nos conocimos, compartimos emociones y disfrutamos del momento. Como broche final, cada persona recibió un pequeño regalo de la cosmetóloga Alisa: un protector solar cuidadosamente envuelto junto con la tarjeta de su salón.

Una mañana perfecta que nos dejó con el alma ligera y el corazón en equilibrio.